La vida de Steve Jobs (6 de 7): iPhone e iPad

En agosto de 2004 a Steve Jobs se le diagnostica cáncer pancreático y desestima operarse, recuperándose en septiembre de ese año. La enfermedad no le impidió seguir creando productos rompedores, como vamos a ver en una nueva entrega del serial que le estamos dedicando en el blog de acens.

LA PANTALLA MULTITÁCTIL

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Apple presentó el 17 marzo de 2004 la solicitud para registrar un dispositivo electrónico, que le fue concedida como patente D504889 el 10 de mayo de 2005.

“El dispositivo que puede acabar con nosotros es el teléfono móvil”, explicó Jobs al consejo, pues si el mercado de las cámaras digitales estaba cayendo por las cámaras que incorporaban los móviles, éstos no tardarían en reproducir música y competir con el iPod.

Tras un intento de colaboración con Motorola, Steve seguía insatisfecho: “Todos andábamos por ahí quejándonos sobre lo mucho que detestábamos nuestros teléfonos. Eran demasiado complicados. Tenían aplicaciones cuyo funcionamiento nadie podía averiguar, incluida la agenda de direcciones”, así que decidió crear uno. Trataron de usar la rueda del iPod porque funcionaba bien para desplazarse por la agenda, pero costaba marcar los números. La solución vino de un proyecto secreto que se estaba llevando a cabo: una tableta electrónica. Así que el funcionamiento del iPad se plasmó antes en el iPhone.

Jobs se enteró de que Microsoft iba desarrollar una tableta con puntero, una idea que detestaba. Un día reunió a su equipo y dijo: “Quiero fabricar una tableta, y no puede tener ni puntero ni teclado”. A los 6 meses ya tenían un prototipo con pantalla ‘multitáctil’, y al siguiente mes el usuario podía desplazar las imágenes con un dedo. Como la prioridad era fabricar un móvil se empezó a desarrollar la tecnología para el iPhone, no sin dudas de que pudiera realizarse con éxito.

 

 

EL iPHONE

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Aparte de la pantalla multitáctil, el móvil de Apple empezaba a incluir un software muy novedoso. El teclado aparecía en la pantalla cuando se necesitaba escribir o teclear un número, y para operar en el dispositivo bastaba deslizar un botón virtual. También contaba con un sensor de proximidad a la oreja para que no se activaran otras funciones, y los iconos tenían esquinas redondeadas como le gustaba a Jobs. La batería no se podía cambiar, por tanto usaron una más delgada, lo cual estilizó el dispositivo.

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Jobs no quería una pantalla de plástico, sino de cristal resistente a arañazos. A través de un amigo contactó con la empresa Corning Glass, que había desarrollado hace tiempo lo que denominaron como ‘cristal gorila’, muy resistente pero al no tener mercado donde colocarlo dejaron de producirlo. Jobs consiguió convencerles de que podrían hacerlo en 6 meses: “Sí que puedes hacerlo. Hazte a la idea. Puedes hacerlo”, le dijo al consejero delegado Wendell Weeks. Finalmente consiguieron realizarlo, y Jobs le envió un mensaje a Weeks el día que salió a la venta el iPhone: “No podríamos haberlo hecho sin ti”.

 

 

La presentación tuvo lugar en enero de 2007 durante la conferencia Macworld de San Francisco. “Éste es un día que he estado esperando durante dos años y medio”, fue lo primero que dijo Steve contando que iba a presentar tres productos revolucionarios: “El primero es un iPod de pantalla ancha con controles táctiles. El segundo es un revolucionario teléfono móvil. Y el tercero es un aparato de comunicaciones por internet de última tecnología”, entre vítores y aplausos. Lo repitió varias veces hasta que dijo: “¿Lo entendéis? No se trata de tres dispositivos independientes. Es un único aparato. Y lo llamamos iPhone”.

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El iPhone salió a la venta a finales de junio de 2007 a un precio alto (500 dólares), pero pronto se convirtió en la referencia de lo que más tarde se popularizó como smartphone. A finales de 2010 Apple había vendido 90 millones de unidades, generando más de la mitad de los ingresos totales del mercado mundial de teléfonos móviles.

 

LA APP STORE

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El primer iPhone no contaba con aplicaciones desarrolladas fuera de Apple. Steve (al que ya mencionábamos en nuestro blog con el post ‘Adorado Steve Jobs’) era reacio a permitir que otros crearan aplicaciones por riesgo a no poder controlar la calidad o que su dispositivo se llenara de virus. Sin embargo, poco a poco fue cambiando de opinión ante la insistencia de otros miembros de la compañía. Finalmente accedió a que otros desarrolladores pudiesen crear estos programas si cumplían unos estrictos estándares, eran aprobados por Apple y sólo la empresa de Cupertino podía venderlas.

El 10 de julio de 2008 se abrió la App Store dentro de iTunes, que 9 meses más tarde había llegado al millón de descargas de aplicaciones. Cuando se lanzó el iPad (como veremos en el siguiente epígrafe) ya había disponibles 185.000 apps de iPhone para la tableta de Apple, y en menos de cinco meses el iPad tenía 25.000 nuevas aplicaciones programadas exclusivamente para aprovechar sus características.

Las apps no sólo transformaron los móviles y las tabletas, sino la forma de usar Internet. Si hasta entonces se usaban diferentes navegadores para acceder a los contenidos, ahora tan sólo se necesitaba descargar la aplicación correspondiente para usar Facebook o Wikipedia, de forma más rápida y cómoda.

 

 

EL iPAD

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Tras el éxito del iPhone, Jobs continuó con el desarrollo de una tableta. Quería un aparato que fuera muy manejable y transportable, que pudiese sujetarse con una mano, liviano. La fama de Apple era notoria en todo el mundo debido a sus innovaciones y empezaba a crear expectación a cada paso que daba. No es de extrañar que el semanario The Economist publicase en su portada a Steve sujetando el iPad bajo un titular con connotaciones bíblicas: ‘El Libro de Jobs’.

 

 

La presentación del iPad tuvo lugar el 27 de enero de 2010 en San Francisco. Jobs indicó al principio que hacía una semana había vendido el iPod número 250 millones, y subrayó: “Apple es una empresa de dispositivos móviles”.

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“Me reí cuando vi esto”, dijo Steve Jobs ante la imagen de un comentario del Wall Street Journal: “La última vez que se generó tanto entusiasmo en torno a una tabla era porque tenía unos cuantos mandamientos escritos en él”. A continuación aparecieron en la pantalla un iPhone y un Mac portátil, y lanzó una pregunta: “¿Hay sitio para una tercera categoría de dispositivo en medio?”, situándose un signo de interrogación entre ambos dispositivos. Según Jobs el nuevo aparato debía ser capaz de mejorar a los otros en varias tareas: navegar en internet, enviar emails, ver vídeos, leer eBooks… algo parecido al Netbook pero con mejor y más rápido funcionamiento. Jobs dijo que tenían la solución: “Lo llamamos el iPad”. Steve habló de lo delgado que era el dispositivo y de lo maravilloso que era navegar con él: “Es fenomenal tener internet en tus manos”.

El iPad se empezó a vender en abril de 2010 con algunas limitaciones. No había cable USB, ni cámara de fotos, no aceptaba animaciones en Flash, estaba pensado para consumir contenidos pero no para crearlos… además, el nombre en inglés era sinónimo de compresa, lo que hizo que el hashtag #iTampon alcancase el tercer puesto como trending topic en Twitter. Incluso Jobs contó la noche siguiente a la presentación: “He recibido unos ochocientos mensajes de correo electrónico en las últimas veinticuatro horas. La mayoría de ellos son quejas”.

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Todo ello no impidió que en un mes Apple vendiese un millón de iPads. Incluso el Presidente Barack Obama tenía el suyo. Las apps del iPad permitían hacer de todo (leer, jugar, etc.), y su manejo intuitivo quedó patente en una historia ‘The Stable Boy and the iPad’ publicada en Forbes (8 de septiembre de 2008). Michael Noer estaba jugando con su iPad en una granja lechera a 60 km al norte de Bogotá, cuando un niño de unos seis años que parecía no haber usado nunca un móvil se le quedó mirando. Le pasó la tableta y el niño empezó a usarla casi al instante: deslizando la pantalla, abriendo y cerrando aplicaciones, jugando al pinball previamente descargado. Noer cerró así su artículo: «Piensa en esto. Steve Jobs ha diseñado un potente ordenador que un niño analfabeto de seis años puede utilizar sin formación previa. Si eso no es magia, entonces no sé qué puede serlo».

 

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