15 de diciembre de 2025

Servidor en la nube: la guía sencilla para entenderlo antes de contratarlo

Un servidor en la nube es un servidor virtual al que accedes por Internet en lugar de tenerlo físicamente. Puede alojar datos, como páginas web, y “vive” en la infraestructura de un proveedor cloud, que permite a los usuarios usarlo bajo demanda. Es un servicio relativamente económico cuyos recursos pueden ampliarse o reducirse según la necesidad.

Los servidores en la nube o servidores cloud se crean mediante un software de virtualización (el hipervisor). Además de servidores virtuales completos, hoy en día también es común usar contenedores (como Docker o Kubernetes) para ser aún más eficientes, aunque esto son ya conceptos más técnicos.

¿Cómo funciona un servidor en la nube?

Detrás de un servidor en la nube hay un servidor físico (o conjunto de servidores físicos) en un centro de datos que es la base de la virtualización. Esta máquina se divide en varios servidores virtuales gracias al hipervisor, que es nada más y nada menos que un software. Los hipervisores como KVM o VMware conectan y estructuran las infraestructuras virtuales, cada una con sus recursos dedicados (como el CPU).

Después, la nube lleva a cabo varias funciones.

La primera es que, sobre la base que ya tenemos, entra en juego la escalabilidad. La plataforma cloud va monitorizando en tiempo real el uso de recursos (tráfico, memoria, disco, CPU) y permite subir o bajar capacidades según la demanda.

Después de la monitorización nos encontramos con la gestión. En los servidores cloud se realiza mediante herramientas de orquestación que permiten desplegar, actualizar y escalar toda la infraestructura de forma automatizada.

El tráfico tampoco va siempre al mismo sitio: los balanceadores de carga reparten las peticiones entre varios nodos para que el servicio sea más estable y no se caiga si uno de ellos falla o se satura. Y, por último, la nube añade una capa de seguridad extra mediante la redundancia: los datos se copian en distintas zonas de disponibilidad, de manera que si hay un problema grave en un servidor o incluso en un CPD, puedas recuperar tu información y el servicio siga funcionando o se restaure rápidamente.

Los servidores cloud modernos también facilitan la implementación de copias de seguridad (Backups) automatizados y protección contra ataques DDoS.

El resultado para el usuario es un servidor que parece suyo, flexible, escalable y accesible desde cualquier lugar.

A partir de ahí entra en juego el modelo de servicio:

Si ese servidor virtual está disponible directamente a demanda para que el cliente lo configure a su gusto hablamos de Infraestructura como Servicio (IaaS).
Si sobre esa base se ofrece un entorno ya preparado para desplegar aplicaciones (por ejemplo, plataformas para desarrollar software sin preocuparte del sistema operativo o del servidor), hablamos de Plataforma como Servicio (PaaS).
Y cuando lo que se entrega al usuario final es directamente una aplicación lista para usar a través de Internet (como un ERP), estamos ante Software como Servicio (SaaS).

→ Descubre más en variantes del cloud: IaaS, PaaS, SaaS.

En estos dos últimos modelos el servidor existe, pero el cliente no tiene por qué gestionarlo directamente. Y así es como funciona un servidor en la nube de manera muy “simplificada”.

¿Cómo elegir un servidor en la nube?

Entendido cómo funciona por dentro, la siguiente pregunta lógica es: ¿qué servidor cloud elijo para mi empresa? Cuando una empresa elige un servidor en la nube, siempre choca con las mismas tres dudas: precio, tecnología y confianza en el proveedor.

Nuestros servidores físicos en España, se garantiza el cumplimiento con la normativa europea de protección de datos (RGPD) a diferencia de proveedores cloud extranjeros.

Desde acens lo tenemos claro: se necesita un equilibrio. Un cloud que no se dispare de presupuesto, que dé recursos escalables y que sea fácil de gestionar. Una nube flexible con un equipo técnico y data centers en España que respondan cuando algo falla.